La Sub 17 dejó más de un interrogante

A recuperar urgente nuestra esencia

Walter Gullaci

Periodista de La Nueva.

"Papelón", "bochorno", "desastre".

Esos y otros calificativos se escucharon sobre lo hecho por la Selección Argentina Sub 17 en el Mundial de Chile, tras las tres derrotas sufridas (0-2 ante México, 0-4 frente a Alemania y 1-2 contra Australia) y obvia eliminación prematura del torneo.

Quizás sean pronunciamientos extremos. Que de poco sirven. Pero hay que admitir que lo sucedido no es más que el final de un proceso muy negativo a nivel formativo en los combinados de AFA.

Sucede que se pasó de una época dorada, plagada de excelentes resultados -que al cabo no deberían ser lo más excluyente- y de promoción de jugadores de enorme jerarquía que pasarían a engrosar los planteles superiores de la Selección.

La referencia, claro, tiene que ver con todo lo bueno que realizó la dupla Pekerman-Tocalli. Y que insólitamente desmembraron los Humbertito Grondona y Lemme, con un paso intermedio de Walter Perazzo, quien no pudo desarrollar sus supuestos conocimientos en dicho ámbito.

Entonces pasamos de los Riquelme, Sorín, Aimar, Zabaleta, Messi, Kun Agüero y otros tantos, a esta meseta donde cuesta encontrar nombres de esa envergadura. Y por ende éxitos rutilantes en certámenes sudamericanos y mundiales como los conseguidos durante aquel notable ciclo.

La materia prima sigue surgiendo a montones, en todos los potreros y canchas que abundan en este país.

Pero la fórmula para potenciarla está claro que luce equivocada, cuando debería pasar por la coherencia de los formadores y su trayectoria.

Pero, además, por una idea de juego que se compatibilice con nuestra genética.

Esa que tiene que ver con el buen manejo y posesión de la pelota, el cuidado de un estilo, la conjunción de dinámica y pausa con cultores de buen pie. Y no de simples corredores que terminan confundidos y confundiéndose entre sí. Y pareciéndose demasiado a la mayoría.

Perdiendo incluso lo mejor de nuestra esencia.

Lo que es aún peor.