Dirigir en menores e infantiles

Un escenario más complejo

Ernesto Aramayo

Arbitro.Estudiante de periodismo

Queda claro que ser árbitro de fútbol no es para cualquiera. Se requiere de una buena dosis de personalidad para ingresar a un campo de juego, sabiendo que uno va a ser el blanco de las críticas de los propios protagonistas y del entorno (llámese hinchas). De hecho, en ese contexto, resulta difícil correr durante 90 minutos y tratar de que se cumplan las reglas lo mejor posible, luchando contra los reclamos de todos y el hostigamiento de ”los de afuera”, para quienes el juez siempre “cobra al revés”.

Igual o peor escenario es el que se experimenta en las categorías inferiores, donde confluyen otros factores. Al tratarse de jugadores menores de edad, el trato hacia los mismos debe ser menos estricto y, dentro de las posibilidades para que no pierda dinámica el juego, se explican situaciones del propio reglamento. Más allá de que muchos de los chicos ya exhiben todas las mañas de los adultos y hablan como tales.

Pero el dato extra y complejo pasa por la presión que los padres ejercen sobre sus propios hijos para que éstos resuelvan una jugada como si fueran estrellas de clase mundial. De allí que las situaciones que deben sobrellevar los árbitros de las categorías formativas no son sencillas, ya que se los suele condenar ante un error como si llevaramos varios años de experiencia en el referato. Con un aditamento: se deja de lado el hecho de que nosostros también estamos aprendiendo.

Por eso es necesario bajar la intensidad con la que se viven los partidos para que todos los protagonistas puedan desarrollar bien su parte y hacer del fútbol menor un espectáculo digno de ver, compartir. ¡Y disfrutar!

Ernesto Aramayo dirige menores por la Asociación Bahiense de Arbitros. Cursa segundo año de la carrera de Periodismo Deportivo en el Instituto Regional del Sur.