Lucas Orozco, en la lupa del Chino Moiraghi

Tiene los mismos movimientos de Iván Furios

Lucas Orozco es una de las promesas que asoman en Olimpo.

De 1,88m de altura y 90 kilos de peso, nació en Bahías Blanca el 15 de abril de 1995, y es uno de los juveniles de Olimpo de AFA que vienen pidiendo pista.

Néstor Moiraghi, zaguero aurinegro de Primera, y quizás uno de los hombres de mayor jerarquía de los últimos tiempos en Olimpo, tuvo conceptos elogiosos sobre el morocho marcador central.

El Chino, hoy de 30 años, surgido en Lanús y con pasos en equipo de Venezuela, Albania y Uruguay, se tomó su tiempo para contar esta historia...

"En las vacaciones del año pasado me fui a entrenar con los chicos del club. Estaba en mi casa y sentí que tenía que moverme. Y entonces fui. Estaba con ellos en el vestuario, me cambiaba con ellos, todo igual que ellos. Recuerdo que le dije al Profe: `yo vengo a entrenar a la par de los pibes, a mi tratame igual que a ellos, sin diferencias por más que yo sea un jugador de primera'. Y así fue".

"Y vi a varios jugadores interesantes. Le faltaran algunas cosas, pero en la medida que las vayan adquiriendo, estarán para pegar el salto. Me pasó con Lucas Orozco. Yo decía: `este puede ser'. Lo miraba, me ponía al lado de él".

"En ese momento el coordinador Ariel Paolorrosi (ahora en Lanús) me explicaba que Orozco era 5 y que lo había pasado a jugar de marcador central. Y estuvo bien porque tiene las costumbres de un central, mira como un central, va para adelante como un central, se da vuelta como un  central".

"El otro día le dije: `vos tenés que mirar a Furios, tenés muchas cosas de él. Los mismos movimientos de Iván'. Pienso que Orozco va a ser un gran defensor".


Un padre preocupado

Casado con una entrerriana, María José, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, a los 30 años Moiraghi es crudo a la hora de hablar del futuro de sus hijos en cuanto a que esté relacionado con el fútbol.

"Tengo dos varones, uno de 9 años y el otro de un año y siete meses. Al primero no le interesa para nada el fútbol. Le encanta la natación. Y al chiquito le fascina la pelota. Pero no sé si quiero realmente que juegue al fútbol. Que le guste, sí, pero que juegue en realidad no lo tengo claro. Yo la pasé bravo en Lanús durante la etapa formativa. Pasé hambre, frío, de todo. A veces es duro y no me gustaría que se repita con uno de mis hijos".