Matí­as Carrica, para Doble5

Le puso su letra a una charla pensada para los chicos

Por Walter Gullaci. Docente del IRS y periodista de La Nueva / Fotos: Horacio Contreras

"Y el ganador esssss. ¡Matíaaaas Carrica!".

Marley, el conductor de "Elegidos", termina con la incertidumbre. Entonces Florencia, la mujer del rapero bahiense, sube al escenario. La pareja se abraza, llora. Emociona a todos.

Más allá de su indiscutido talento, hay algo que el bahiense tiene y que lo hace aún más diferente. Su pasado como cartonero.

Ya pasó un año de aquel latido fuerte en la vida de Carrica. Un año que no modificó su semblante, sus pensamientos, su humildad... A pesar del éxito.

De allí que apenas se lo interesó para que brindara una charla para Doble5, para los chicos, con la idea de exponer sobre la superación, esfuerzo y valentía que supo enhebrar para derribar escollos, la respuesta fue breve y contundente: "Cuando quieran".

Ese es Matías Carrica.

* * *

Arranca Matías en el bellísimo y colmado salón del Centro Histórico Cultural de la Universidad Nacional del Sur, de Rondeau 29, acompañado por el subsecretario de Deportes de la Municipalidad, el ex rugbier Bernardo Stortoni. Y sus primeras palabras tienen que ver, claro, con sus letras. Sus canciones.

"Aprendí muchas cosas a la fuerza en la calle, que la escuela ni tu casa te enseñan. De allí que el contenido social es lo que más me interesaba exponer en mis letras. El tema del rap aún no es muy aceptado en la Argentina. Mi idea era hacer trascender la realidad que pasa en los barrios y con la gente común. Con las diferentes facetas que nos presenta la vida. De chiquito no quería ser rapero. Quería ser bombero, policía, jugar al fútbol. La vida me fue llevando por ese camino".

-Al cabo, una especie de desahogo.

-Cada uno se descarga como puede. Yo lo hago a través de mis letras, por allí otros lo hacen pintando o jugando al tenis. Es lo que me sale. Siempre habrá cosas para decir.

"Me pasaba que por ir caminando en el centro con una capucha me paraba la policía, mientras que a pibes que quizás iban mejor vestidos, ni bola, pasaban desapercibidos. Mi intención es ayudar a cambiar eso. Somos todos iguales, con los mismos derechos. No por ser un pibe de la villa sos menos que otros. Un poquito mi música hace reflexionar sobre esa realidad".

-Una vez dijiste que, en tu época de cartonero, te hicieron sentir como que vos eras parte de la basura. Fue duro aquello.

-Es que era así. Tengo un montón de experiencias de ese tipo. Yo andaba en el carro con mis amigos, me bajaba a buscar los papeles y la gente se corría pensando que se iban a topar con un ladrón. Lamentablemente, ese estigma sobre que el cartonero es parte de la basura aún sigue existiendo.

-¿En un comedor para cartoneros conociste a Florencia, tu mujer?

-El comedor de los pibes de Don Bosco arrancó en 2001, todos los viernes, para los pibes que cartoneaban. Allí la conocí a Flor y al padre Pablo, un fenómeno que hoy anda por todo el país. Y en ese comedor aprendí a no diferenciar tanto. Porque nosotros, los de abajo, también solemos estigmatizar a la gente de arriba, como ellos lo hacen con nosotros.

"Aprendí a compartir cosas con gente a la que yo tildaba de `careta' y me di cuenta que son personas como yo, solo que con otro poder económico. A los chicos de Tachame la Doble (banda bahiense de cumbia) también los conocí allí". 

-Eran días de muchas necesidades, ¿pero vos nunca abandonaste tus sueños?

-Laburé en un montón de lugares. Limpiaba vidrios, trabajé de manera formal en una cooperativa que me mandaba a limpiar la Plaza Rivadavia, en un depósito de electrodomésticos, hasta que llegó el programa de "Elegidos" y me pude proyectar con mi música.

Hubo un tiempo muy complejo en la vida de Matías. De los 15 a los 17 años. Cuando asomó la droga.

"Lamentablemente estuve dos años consumiendo, pero no fue porque no tenía contención de mis padres, sino, simplemente, por probar. Como un boludo dije `sí' cuando debí decir `no' a mis supuestos amigos. Era obvio que ellos no querían hacerme el bien. Todo lo contrario.

"Y la pasé mal. Estuve dos días internado por la droga. Hasta le mentí a mis padres. Les dije que me había intoxicado comiendo pollo. Con los días se empezaron a dar cuenta de que algo malo me estaba pasando. Me levantaba a las 2 de la tarde y me iba por ahí... Entonces mi mamá me agarró y me llevó a un psicólogo. Dejé de verme con esos supuestos amigos y por fortuna, digamos, me dejaron de molestar. Fue una etapa difícil".


Micaela

Matías tuvo un parrafo aparte sobre Micaela, la niña bahiense de 12 años que fuera asesinada tras caer en las redes del grooming.

"Mica era una vecina del barrio. Fue tremendo el tema de morir así, tan chica. Nosotros apoyamos a la familia en todo lo que pudimos. No fui a la última marcha porque me fastidió que haya gente hipócrita que no acompañó nunca en el proceso de búsqueda y recién apareció cuando ya estaba muerta. De cien personas que eramos en cada manifestación de pronto marcharon 3 mil".

Sostiene que hay que prestarle mucha atención al grooming. Pero no invadir demasiado a los hijos.

"Los chicos tienen que decodificar cada mensaje, cada amistad. No sirve ser invasivo con ellos, porque sino solo logramos que el chico se revele. Hay que hablar e informnarse sobre en qué andan, pero con cuidado. No ser ni muy liberal ni muy estricto. Darles confianza. Esa relación me parece que es esencial entre el padre y el hijo. Con mi hija Trinidad, que tiene apenas 7 años, trataré de manejarme así".


De arquero a wing derecho

Matías tuvo su etapa de futbolista en la etapa formativa. En su club, Avellaneda.

"Jugué al fútbol en Avellaneda, de arquero. Era bueno en los penales. Atajé como dos años, hasta que cambiaron de entrenador. El nuevo trajo al hijo, que también iba al arco, y me sacó el puesto. Sentía que no era mejor que yo y entonces dejé el puesto. Empecé a jugar de 7. Era rapidito".

Y dejó un mensaje para los padres.

"A los padres que van a la cancha les digo que solo sean padres, de eso se trata. Mi Viejo, por ejemplo, me acompañaba, me preguntaba si estaba cómodo en el club en dónde jugaba. No me presionaba para nada. Sí tuve algunas experiencias feas en algunos lados donde tenía que pagar para jugar. No vale la pena mencionarlos". 

Buscavida (letra)

Me levanto, comienzo bien el día,

me tomo unos mates y veo la mesa vacía,

después saco el caballo a comer,

para luego traerlo al atardecer.

Escuchando una cumbia me pongo a clasificar

todo lo que en la noche he podido juntar,

papel por papel yo me pongo a sacar

esperando algún día un billete encontrar.

Cae la tarde y preparo el caballo,

entre varas, riendas y aperos yo me hallo.

"Listos para salir, el carro ya está atado",

les digo a los pibes que se suben abrigados,

saludo a mi señora que se queda en la casa,

y le digo: "no gastes mucho que la plata es escasa".

Y arrancamos, al centro nos dirigimos

a ver si aunque sea alguna caja conseguimos.

Con los perros y amigos recorriendo la ciudad

soy testigo de esta cruel verdad,

de la necesidad de correr por estas calles

buscando el cartón, eso sí es un detalle.

El papel, la botella, hasta el diario sé juntar

para poder hacer llegar unos pesitos a mi hogar,

y ni hablar de la comida en la mesa,

eso es lo necesario para salir de la pobreza.

[Estribillo] (x2)

No me quejo del trabajo que me han dado,

cien por ciento buscavida y vivo preparado

para pelearla y no quedarme parado.

porque soy humilde pero bien honrado.


Les quiero explicar que yo no soy de esos

que se compran zapatillas de trescientos pesos,

y después a los chicos los dejan tirados,

mal alimentados, esos sí estan zarpados.

Yo vivo como puedo y es cosa seria,

no se puede convivir con esta miseria:

diez centavos, quince, no dan más que eso,

y me tengo que conformar con algunos pesos.

¿Cómo vivo yo con eso en la semana?,

no se puede pensar en un buen mañana.

Y yo no culpo al presidente, ni al gobierno,

pero hoy este país parece un infierno:

robos, drogas, secuestros y violencia,

y siempre culpan a los que están en la indigencia.

Soy pobre y la vergüenza no me pasa,

vergüenza es robar y no llevar nada a la casa.

Le doy gracias a Dios que no tengo que robar,

porque me ha dado algo en lo que puedo trabajar;

pero la calle es muy dura, es la realidad,

no ayuda y no perdona, esa es la verdad.

Sinceridad es lo que vine a dejar,

una parte de mi vida es lo que vine a contar.

Trabajar es a lo que me han mandado,

el carro y el caballo es lo que Dios me ha entregado.


[Estribillo] (x2)

No me quejo del trabajo que me han dado,

cien por ciento buscavida y vivo preparado

para pelearla y no quedarme parado.

porque soy humilde pero bien honrado.


Gracias Matí­as