En primera persona

Servir al club y no servirse de él

Una mirada cruda y profunda sobre la realidad del fútbol argentino y su clase dirigente.

Por Roberto Depietri

Ex futbolista de Olimpo, Gimnasia y Esgrima La Plata y Toluca de Méjico

Nuestro país bendito, lleno de riquezas naturales, pero también de argentinos que se creen “vivos”, está en condiciones de producir alimentos para 400 millones de personas. Pero leo sobre la existencia de 7 millones de niños pobres. Y que a su vez los tamberos prefieren tirar o regalar la leche porque la cadena especuladora les paga centavos por el litro cuando en las góndolas se vende a 30 veces ese valor al público.

Creo saber desde siempre, que a los polìticos que llegan a funcionarios sólo les interesa durar en sus puestos, acomodar a sus familias, y acumular riqueza y deshonra, a la vez que aseguran su impunidad a la salida. Todo vale en su afán. 
Pero ese no es mi ámbito, no puedo avanzar más.
En cambio, al fútbol entré a los 14 años, y ahora tengo 50. Jugué, entrené, comenté, escribí, representé, dirigí, comprobé y me acobardé justo en el Club de mi adolescencia y juventud. Por eso puedo opinar. Pasen y vean, las coincidencias que van a encontrar con sus Clubes.

Hay gente que ama a sus Clubes, del barrio, del pueblo, de la ciudad. Colaboran con su tiempo, su ciencia, su dinero, sus medios a mejorar las condiciones, se comprometen a aunar esfuerzos por el bien institucional. Es gente de bien.

En la mayoría de estos Clubes se encuentran agazapados, en forma de directivos, son los que “están siempre”, “allegados”, colaboradores, autodenominados “imprescindibles”, de los que se dice es un “enfermo del Club”, y son los que roban cuando se compra la verdura, el queso, la carne…los que roban de los pasajes de las compañías en las que viajan los planteles… los que roban de los alquileres de los jugadores… los que contratan a sus familiares para que el Club los tenga de empleados… los que intentan comprar un predio y se pelean por imponer el terreno de su inmobiliaria amiga sospechosamente… los encargados de las contrataciones más caras, sin política de compras, que aceptan pagar comisiones cuando no es necesario… los que dicen que compran árbitros que nunca se enteran, los que presentan al que trae algún jugador… los que compran lo que sea a sus amigos (total, paga el Club), los que nunca pagan sus entradas, ni las de sus familiares, e invitan a amigos y a posibles personas que les convenga para su beneficio personal. Sumen y verán que el futbol que más vende jugadores permanentemente al exterior sería un buen negocio para los Clubes si estuvieran dirigidos por gente honesta, que los quiera y que no estén para servirse del mismo.

Ni hablar de subsidiar por parte del Gobierno a estos delincuentes que actúan en los clubes, sin rendir cuentas a nadie, a  ningún organismo de control, y mucho menos gobiernos, a espaldas del socio y sin convocar a asambleas como correspondería.

Hoy escuchamos a directivos de clubes que gritan que están endeudados, como si los hubiesen obligado a ello. Reclaman que el Estado todopoderoso los saque nuevamente de los problemas que ellos se encargan de renovar. Mientras el subsidio se siga incrementando ellos seguirán enfeudándose. Ojalá que ese pago no llegue nunca. Que los Clubes que se endeudaron se hagan cargo por fin a sus directivos, allegados , colaboradores, "enfermos por el Club" que robaron de la compra de la verdura, de los viajes, de los alquileres, de las contrataciones...
Verán que sin tanto subsidio, mágicamente desaparecerán los barrabravas apretadores y/o socios de dirigentes delincuentes que han colaborado a que la familia se aleje definitivamente de los Clubes y del deporte.

Y así volverán a los Clubes los directivos que quieran servir al Club. Y no servirse de él.