El Negro Ancán, la esencia de un formador nato

Una parte enorme de Bella Vista, y sin dudas del fútbol formativo de la Liga del Sur, se corporiza en Ernesto Ancán.

El Negro”, ya toda una institución a sus 60 años.

El mismo de los calificativos memorables para sus pibes (“pajarito de Dios” y “pajarraco” hacen punta), de armar entrenamientos especiales aunque sea para solo dos chicos, de hacer docencia con los árbitros, del paso cansino. Un formador nato. Como hay pocos.

“ Mi vocación siempre pasó por trabajar con los chicos. Me gusta enseñar. Muchas veces estar con los chicos se utiliza como un escalón para llegar a Primera, pero a mi no me interesa. En los chicos encuentro toda la pureza, la transparencia. Ahí no existen mentiras, mientras que arriba hay cosas que me dañan”.

Los tiempos cambian, ¿no Negro?

Ni siquiera su club, el de toda la vida, ya no es el mismo.

“ Yo conocí al Bella Vista de una pelota, de una sola cancha y de tierra, con piedras, cuando en menores había que esperar que la división anterior terminara de jugar para que nos den las camisetas y usarlas de nuevo. Ahora es otra historia. Se ha mejorado muchísimo en todos los aspectos”.

-¿Dónde está el ojo clínico del entrenador?

-A mi siempre me gustó trabajar con todos los chicos sin hacer diferencias. Por más que un pibe, a los 12 años, no tenga grandes condiciones, a mi nunca me gustó decirle que no sirve para jugar al fútbol. Creo que hay que intentar trabajarlo, enseñarle, capacitarlo, tratar de motivarlo.

“ Hay chicos que son más tímidos, mientras otros son más bichos, más sueltos y despliegan mejor sus condiciones técnicas. Pero con el tiempo el más introvertido termina demostrando su capacidad, que por supuesto la tiene. Me gusta trabajar con todos a la par, darles la oportunidad, no marginarlos. Y otorgarles mi granito de arena”.

-Las épocas han cambiado sustancialmente, ¿no?

-Ni hablar. El otro día, justamente, Rodrigo (Palacio) me preguntaba qué tanto había cambiado el fútbol formativo desde su época de menores. Le decía que cuando él arrancó, el 80 por ciento de los pibes vivía a pleno el fútbol y el 20 restante barrileteaba. Hoy, esos porcentajes se invirtieron.
“ Antes, el chico vìvía con la pelota, hoy tiene muchísimas cosas para pasar el tiempo. A muchos, si no podían ir a entrenar a una hora determinada, hasta dejaba mi trabajo para entrenarlos a la mañana o al mediodía, por ejemplo.

-¿Rodrigo es un claro ejemplo de superación?

-El siempre decía que iba a vivir del fútbol. El tipo jugaba al básquetbol a lo que quería. Y a todo jugaba bien. A los chicos que me vienen con que solo quieren jugar en un mismo puesto, les recuerdo una anécdota de Rodrigo. Jugábamos un partido definitorio y me faltaba el 4. Entonces Rodrigo me dijo: “Negro, te juego yo de 4”. Y jugó de 4 y ganamos 1 a 0 con un gol de él.

-Toda una satisfacción haber sido su formador.

-Que Rodrigo me llame desde la concentración de la Selección Argentina, en Brasil, para invitarme a ir a ver un partido del Mundial, es algo impagable. Lo mismo me pasa con el Gula Aguirre. Cuando jugando para River le hizo dos goles a Huracán, lloraba solo sentado frente al televisor.

“ Y también te puedo nombrar a Carlitos Mungo. De pibe no aparentaba tener futuro de futbolista. Pero yo me decía “a este gordito le veo algo, lo voy a trabajar´. Y bueno, el tiempo me dio la razón. Lamentablemente se lesionó la rodilla y eso le truncó la carrera, pero estaba para muchos más.

Después lo alenté para que sea técnico y él me decía que no tenía la paciencia mía, que por su carácter frontal no le iba a ir bien. Lo convencí. Y por suerte le ha ido muy bien tanto con los pibes como con los grandes”.

“ Mi papá me decía `si querés jugar al fútbol dedicate en serio, andá a entrenar, y sino dejale el lugar a otro chico que sienta al fútbol de verdad”.

La experiencia como formador le indica que, hoy, el trato con los chicos y su entorno cada vez más complejo le requiere optimizar el trabajo.

“ Es cierto. La realidad de los pibes hoy excede el marco del entrenador. Hay casos en los que te llama un padre para pedirte que le hables al chico porque le da más bolilla a uno que al propio padre. Por ahí te viene un papá y te dice `mirá, Negro, me estoy separando de mi mujer y a mi hijo lo está afectando, fijate si le podés hablar'. Tenés de todo.

“ Es un momento muy diferente y que demanda involucrarte todavía más en la formación del chico. Siempre me doy cuenta cuando el chico tiene problemas en la casa. Seguro que no le erró. Es como que tienen un perfil especial. Yo les aguanto alguna cosita más que al de al lado, que por allí tiene todo bien, en su lugar”.