Locura de Marcelo Bielsa

El pedido de perdón del dt a Hernán Crespo

Hoy, Marcelo Bielsa vuela en el espacio de la segunda división del fútbol inglés: Leeds, su equipo, está primero. Entre el torneo local y la Copa de la Liga, suma cuatro triunfos y un empate, con una propuesta más vistosa que vertiginosa, un estilo diferente. El universo Bielsa tiene una atracción mayor: su mundo interior.

Horas atrás, el DT recordó una vieja historia con Hernán Crespo. Pasaron más de 15 años, pero el Loco todavía lo tiene escondido en su interior. Decidió hacerlo público en una charla con los medios, antes del choque de este sábado con Norwich City. Y no se trató de una antigua polémica, esa que advertía que Gabriel Batistuta y Crespo -dos clásicos N° 9 de área-, no podían jugar juntos. Fue por otra vía.

1) "Yo les voy a contar un grave error que cometí, debe ser uno de los errores que no me perdono. Me tocó dirigir a un gran centroatacante, que fue Crespo. Era un jugador muy generoso. Me tocó dirigirlo en dos momentos: cuando él estaba madurando y cuando ya había madurado".

2) "Cuando él estaba madurando, una vez le dije que lo consideraba un jugador maduro. Le estaba mintiendo. Trataba de fortalecer su autoestima asignándole una característica y una cualidad que yo no pensaba que él tuviera".

3) "Quiero pedirle públicamente disculpas porque yo sé que lo defraudé con ese comportamiento. Aprendí para siempre algo que yo ya sabía: que si usted a su hijo lo engaña hoy para que su hijo consiga algo, producto de esa fortaleza momentánea y artificial, va a haber resuelto el problema de esa hora y de ese día".

4) "Hay recursos que se instalan para siempre, eso es madurar. Pero cuando uno no es maduro, puede poseer algunos recursos que luego sí posee la madurez, pero durante muy poco tiempo. Y el error que yo cometí con Crespo para captarlo fue decirle que él era definitivamente así, y en realidad yo no estaba pensando eso".


Contestación de Crespo

Marcelo: sus disculpas me hicieron rebobinar 14 años de un dolor que aún tengo adentro. Ese sentimiento me lleva a escribirle esta carta. Cuando uno habla corre el riesgo de que la bronca lo empuje a decir alguna palabra injusta. Pensar, reescribir, da tiempo para reflexionar. Aún cuando eso no cambia lo que yo sentí: fue una tremenda decepción sentirme engañado por un líder como usted. La tristeza fue tan grande como la estima que yo le tenía.

Yo le había creído desde el primer día que nos juntamos en Parma. Usted no sólo me contó sus ideas de juego para la Selección. Me habló de la forma de manejarse como conductor, de su personalidad para tomar decisiones sin importarle las caras, Marcelo… ¿Se acuerda? Fue una charla madura, pese a que a la distancia se distorsione un poco. Todo lo que hablamos quedó en la intimidad. Igual que usted, yo nunca fui de abrir las puertas de los vestuarios a los medios ni a la gente. Los hinchas no quieren internas sino respeto por la camiseta.

Hoy lo hago público porque me llegaron sus palabras en el Leeds. Por supuesto, Marcelo, acepto sus disculpas. Ya lo perdoné hace tiempo, si es que debía perdonarlo. Lamento que no lo hayamos hablado personalmente, ni siquiera por teléfono. Pero nunca es tarde. Además, los dos sabemos que ya se había dado cuenta de "su grave error" mucho antes de esta declaración. Quedó claro la última vez que discutimos el tema. Usted se acuerda cómo me habló y cuál fue mi cruda respuesta… Yo no hubiera reaccionado así sólo por descubrir un juego de palabras para motivar.

Usted era y es lo suficientemente inteligente como para saber que un jugador no mejora su nivel por una mentira. Si pasara, ese futbolista sería más tonto que inmaduro. No quiero entrar en detalles que ninguno de los dos dará. De hecho, eso queda en un segundo plano. Lo más importante es la enseñanza que deja la situación que ahora recordó. Como nos dijo tantas veces, Marcelo, hay que manejarse con la verdad, sin engañar al otro. Al final del camino, quien procede así no sólo es el mejor líder sino el más maduro…

Me hizo feliz escucharlo, Marcelo.

Le mando un abrazo.

Hernán Crespo.