Más allá de futbolistas, personas

Detrás del glamour y los flashes

Es ante desgracias como la del Morro Garcí­a que podemos desarmar el estereotipo del jugador exitoso y recordar que es una persona.

A los futbolistas estamos acostumbrados a verlos en uno de sus roles. Justamente el más glamoroso, el de deportista de elite, el del atleta que salta a la cancha detrás de nuestros propios sueños, representa muchas veces lo que queremos o quisimos ser y vive una vida idílica: le pagan por jugar a la pelota, sale en la tele y en las tapas de los diarios, grita sus goles al mismo tiempo que miles de almas, experimenta la seducción del éxito y la fama, conoce el mundo, se hospeda en grandes hoteles, lo saludan por la calle, hace lo que quiere.

Es cuando ocurren tragedias como la del Morro García que tenemos una ocasión de pensar en ellos como personas, que cuando se apagan las cámaras y los flashes sienten como cualquier mortal, sufren sus dramas, pelean sus vidas, en todos esos otros roles que olvidamos cuando caemos en aquel estereotipo: son hijos, hermanos, novios, esposos, padres, amigos, mucho más parecidos a nosotros que en ese ratito que los vemos y en el que se convierten en vehículos de nuestras ilusiones.

También el micromundo del fútbol rediscute los aportes de la Psicología ante estas desgracias; en general, no ha abandonado cierta reticencia antediluviana por la cual el jugador no necesita terapia, “el DT es el psicólogo” aunque no se haya preparado en ese campo. Lo incorporó en las divisiones formativas pero lo resiste bastante en los planteles superiores. Apenas algunos, de a poco, ya avanzan en un cuidado integral, que incluye las neurociencias.

No se trata de pontificar sobre las causas del trágico final del Morro, ni de equiparar psicología con magia y creer que eso arreglaba todo; de hecho, aseguran que el Morro estaba bajo tratamiento.

Sólo de pensar, comprender y aceptar que los jugadores son personas como nosotros, sufren y se deprimen como nosotros, y no son únicamente esas figuras encantadoras que vemos en el poster.

Fuente: Ole.